NAVARRA, Andreu, (2019), Devaluación
continua, Tusquets.
Andreu
Navarra ha escrito un libro sobre los males que recorren hoy el sistema
educativo en la educación secundaria en España. Partiendo de su propia
experiencia como docente, nos ofrece una serie de reflexiones sobre el estado
de la enseñanza, de la docencia y del aprendizaje en las aulas de los
institutos, acompañadas de las opiniones de reconocidos autores en la materia:
Enkvist, Marina y Luri, fundamentalmente. De hecho, quizá acuda con demasiada
frecuencia a esos autores- hecho por el que él mismo se disculpa en algún
momento de su libro-, de manera que a veces uno tiene la sensación de estar
leyendo un resumen de la obra de los autores antes mencionados, aderezado con
anécdotas normalmente duras, aunque esperanzadoras a veces.
Es un libro
escrito con pasión, desgarrador en ocasiones, en otras intentando no caer en el
pesimismo y evitándolo apenas. Hace una defensa numantina del papel que debería
otorgarse al profesorado, con quien nunca cuenta el legislador al proponer las
reformas incesantes. E insiste en que la mejora del sistema pasará por cambiar
las condiciones de trabajo de estos, cuando encuentren el lugar y el tiempo
para reunirse, coordinarse, repensar las actividades innovadoras… en lugar de
dedicar el tiempo a una burocracia normalmente inoperante e inútil.
Navarra cree
que hay varios problemas capitales que influyen en el mal funcionamiento del
sistema: el fatalismo social y cultural que se ha trasladado a las aulas; la
sensación de vivir en un apocalipsis constante- no hay día en que no se nos
asuste con el fin de algo valioso; las reformas pensadas por quienes no han
pisado nunca un aula de secundaria; la violencia en los centros educativos,
cuya existencia se minimiza erróneamente; etc.
Navarra
insiste en la necesidad de que la escuela no sea un reflejo de la sociedad.
Quizá Bauman tenía razón cuando creía que la escuela debería ser un
archipiélago de pequeños islotes donde poder refugiarse cuando la sociedad
navega en un océano de incertidumbres.
Apuesta por
recuperar conceptos que no están de moda: el papel de la memoria, el valor de
una clase magistral bien impartida, el autocontrol y la perseverancia, el valor
de las normas. Y añade otras soluciones, algunas más afortunadas que
otras: volver a la LOECE de 1980, a lo tradicional, pero con los medios y
recursos actuales; dar más peso a las humanidades; la creación de “centros de
élite intelectual”, de financiación privada pero no segregadores; etc.
Critica de
forma feroz el constructivismo, avisa de los problemas para mantener la atención
que sufren los jóvenes, se posiciona en
contra de la idea de colocar al estudiante en el centro de todo- en lugar de
colocar al experto-, critica la falta de sosiego que impide el desarrollo del
pensamiento crítico, así como la aplicación generalizada de un “buenismo” que
no arregla nada, o la separación entre competencias y contenidos.
El libro es
un recorrido completo por los temas más candentes de la actualidad educativa,
por lo que puede ser un buen punto de partida para esa reflexión docente que
propone en sus páginas.
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