Un llamativo título que invita sin más a ojear, con
“hache” y sin ella, sus páginas buscando comprobar si el título es reversible o
no. ¿Es lo mismo “la utilidad de lo inútil” que la “inutilidad de lo
útil”?
Lo mejor que podría decirse de este libro sería,
paradójicamente: “¡Qué inutilidad de libro!”. Si “lo hermoso es batirse por
nada”, qué mayor hermosura que buscar el conocimiento porque sí, por placer.
Sin más. Ya dijo Skinner en Walden 2 que “la educación tiene valor en sí misma
o no tiene ningún valor”.
Añade Ordine que el conocimiento es además una riqueza
que se puede transmitir sin empobrecerse. Todo, o casi todo, puede comprarse
excepto el conocimiento. Nadie puede aprender por nosotros. Ni por nuestros
alumnos y alumnas. Sólo podemos intentar transmitirles la necesidad de
saber. Cómo conseguirlo es el dilema y el origen de la sensación de fracaso que
a menudo asalta a los docentes cuando llega el final de curso.
¿Hemos intentado convencer a nuestros alumnos de que
lo superfluo (según su criterio), por inútil, es precisamente lo necesario?
Podemos contarles como la barbarie siempre se ceba en las cosas
“inútiles” (bibliotecas, monumentos, etc). Podemos leerles el ensayo de Flexner
que figura como apéndice final al librito. Podemos contarles el episodio que relata Ordine sobre Sócrates,
del que cuenta como intenta aprender a tocar la flauta aún a sabiendas de que
está a punto de morir. O relatarles la otra anécdota sobre Euclides, en la que
el matemático, a la pregunta de un alumno, “¿qué ganancia obtengo con aprender
el primer teorema?”, ordena a un esclavo dar una moneda a su alumno ya que se
ve que éste “necesita sacar algún beneficio de lo que aprende”.
El librito es en algunos momentos un libro de citas,
hermosas la mayoría de ellas, y llenas de sentido y posibilidades todas. El
manifiesto acaba con un párrafo que hay que citar obligatoriamente: “la
pretendida inutilidad de los clásicos puede revelarse, por el contrario, como
un utilísimo instrumento para recordarnos- a nosotros y a las futuras
generaciones, a todos los seres humanos abiertos a dejarse entusiasmar- que la
posesión y el beneficio matan, mientras que la búsqueda, desligada de cualquier
utilitarismo, puede hacer a la humanidad más libre, más tolerante y más
humana”.
Inutilidad y utilidad, dos caras de una misma moneda.
La una necesitada de la otra para poder existir.
José Ignacio
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