Si deseas leer un libro que vaya
contracorriente, este es el título que buscabas.
Una breve pero
intensísima reflexión sobre cómo mejorar la educación de nuestro
alumnado. Enkvist señala algunas de las contradicciones con las que
se topa el profesorado y critica abiertamente la pedagogía que
coloca la adquisición de destrezas por encima de la adquisición de
conocimientos.
Tomando como punto de partida el
informe McKinsey (How the world’s best-performing school systems
come out on top) asegura que la manera más eficaz de mejorar los
resultados en el alumnado es mejorando la formación del profesorado.
Hay que reclutar a las personas idóneas, pero también hay que
instruir a esos profesionales de la manera más adecuada. Propone
cambiar el objetivo y no fijarlo tanto en el proceso de aprendizaje
como en el proceso de enseñanza. Es decir, colocar al profesorado en
el centro, como elemento clave, en contra de las teorías más
“modernas” que insisten en situar al alumnado en el lugar nuclear
del proceso pedagógico.
El informe insiste en el papel
absolutamente esencial del profesorado. La calidad docente la
asocia a la capacidad de expresión y comprensión lectora: un uso
excelente de la lengua es requisito indispensable para desarrollar una tarea
intelectual de calidad.
McKinsey propone como metodología de
formación docente los sistemas “bottom-up”, en los que el
profesorado aprende de sus colegas más que de agentes externos.
Y, nota curiosa, el informe asegura que
todas las reformas exitosas subieron los salarios a los docentes…
Enkvist critica el “constructivismo”,
ya que no se puede construir desde cero, sin conocimientos, y también las pedagogías
de la “actividad”, que imponen lo práctico y concreto sobre lo
abstracto e intelectual.
También critica que la escuela pública
haya adoptado tres nuevos roles: el profesorado como trabajador por
la igualdad, no como instructor, subestimando la preparación
académica del profesorado y centrándolo más en la convivencia y la
comunicación que en el aprendizaje; el docente como psicólogo, no
como transmisor de conocimientos; y el docente como facilitador en
lugar de instructor.
Dedica Enkvist un capítulo de su libro
al nivel cultural y el lenguaje que utiliza el profesorado. Cita el
conocido experimento de Hart, Risley y Bloom sobre la importancia e
influencia del lenguaje de los padres en el desarrollo intelectual de
los hijos para concluir que una pedagogía que nos se base en la
lectura nunca podrá ayudar al alumnado más en desaventaja.
Según un investigador, cita
Enkvist, un buen profesor o profesora toma unas 3000 decisiones no
triviales cada día. De ahí la importancia y necesidad de cuidar la
forma física y psíquica del profesorado.
Además, alaba la capacidad creativa
del profesor que sabe adaptarse a cada grupo de alumnos y alumnas,
siempre diferente uno de otro, y que consigue que una lección pueda
ser algo memorable para su alumnado. En muchos aspectos, el profesor
debe ser un actor que trabaje con precisión, orden, disciplina,
concentración, etc y debe ser una persona moralmente íntegra.
Habla de varios temas recurrentes en
educación: la atención, premisa indispensable para el aprendizaje;
la motivación, que sólo se logra estudiando con atención un tiempo
suficiente; las ventajas y desventajas de la comprensividad; la
“funcionarización” de la profesión docente, a costa de su
“profesionalidad”; la existencia de distintos y excelentes
estilos de enseñanza; el grave problema que genera un sistema “inclusivo” sin recursos, etc.
Critica los nuevos mitos: contraponer
memoria y comprensión, cuando ambos son una totalidad; creer que la
adquisición de conocimientos va en detrimento de la creatividad; que
los datos son inútiles ya que están en internet; etc.
Centra su atención en algunos
problemas relevantes hoy: cómo competir con las redes sociales; si
el alumnado aprende mejor con el uso de las imágenes- ¿no estaremos
volviendo a la Edad Media, en la que la imagen sustituía a la
palabra para la inmensa mayoría que no sabía leer…?- ; qué hacer
con los que no quieren o no pueden adaptarse al ambiente escolar; la
tendencia a usar de modo excesivo la evaluación; la dejación de
funciones de algunas familias; etc.
Refleja perfectamente la realidad
docente cuando explica las circunstancias especiales que caracterizan
la profesión:
- “Simultaneidad, porque el profesorado tiene que seguir lo que sucede en el aula en distintos niveles a la vez.
- Imprevisibilidad, porque es imposible prever lo que puedan hacer y decir 30 personas diferentes durante casi una hora.
- Instantaneidad, porque todo es muy rápido y el profesor tendrá que reaccionar.
- Visibilidad. Todo lo que sucede en el aula es público porque hay “testigos” de lo que se hace y se dice.
- Contexto del grupo en cuestión. Cada grupo tiene su propia historia.”(p. 78)
El librito concluye con una breve
comparativa sobre la autoridad en diferentes culturas pedagógicas:
Gran Bretaña, Francia, Japón, China y Estados Unidos.
José Ignacio
ENKVIST, Inger (2016), El complejo oficio del profesor. Consejos para una educación de calidad, Fineo Editorial. Madrid.